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lunes, 28 de marzo de 2011

lo único que separa el llanto de la risa, es la nariz.

Su nariz prominente y su barbilla acentuada, su sonrisa perfecta y ese aroma de fábula del que es imposible escapar, sus ojos clavados en mí, embriagadores, devastadores... Besos a borbotones, alguna que otra lágrima y millones de sonrisas. Entonces, una llamada fugaz que lo estropea todo, esa llamada que, no tiene nada que ver conmigo pero de ella depende mi felicidad, la mía y la de él, que, según pude comprobar no estaban ligadas.
En realidad, me sirvió de mucho que pasara de este modo, rápido y cortante, sin daños colaterales, por lo menos no para él. En realidad, fué mucho mejor así, se acabaron los falsos besos y las caricias plagiadas, se acabó ser la otra, o la de nadie, lo siento, valgo para algo más que para eso, y ahora lo sé.
Sólo me arrepiento de no haberme dado cuenta antes.

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