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sábado, 26 de marzo de 2011

ríndete, olvida el pasado.

Estaba por la avenida, por nuestra avenida, esa en la que nos comimos a besos, esa en la que reímos como nunca y pasabamos el rato abrazados, esta vez caminaba sola, de noche, y las luces de los coches me cegaban, hacían que no viera nada, absolutamente nada, y pensaba; ¡seguro que es él! pero no, mi subconsciente lo sabía muy bien, no lo era, ni era este coche ni los tropecientos veinte que habían pasado antes, ni los tropecientos veinte que pasarían después.

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